Con la finalidad de promover actitudes inclusivas y contribuir a evitar la transfobia y por ende la discriminación, alumnos del Doctorado en Inclusión, Políticas públicas e Investigación, de la Universidad Mexicana de Estudios y Posgrados (UMEP), le realizaron una entrevista a la académica, activista y mujer trans, Jonás Larios Deniz, licenciada en Pedagogía, maestra y doctora en Educación, por la Universidad de Colima, e investigadora de tiempo completo de la misma casa de estudios, quien habló acerca de lo que significa ser una persona transgénero desde su propia vivencia.
Explicó que una persona transgénero es aquella que no se identifica con el género que le es asignado al nacer.
En su caso particular, ella mencionó que desde niña se dio cuenta de su orientación sexual, “desde los 4 o 5 años yo veía que en algunas actividades que les eran asignadas más a las niñas, me gustaban más, como jugar a las muñecas o hacer comiditas”, pero no fue hasta hace 2 años que decidió dar el paso para hacer esta transición”.
Proceso de Transición
A grandes rasgos, Jonás abundó que su cambio de género comenzó de manera tardía, es decir, a los 45 años, actualmente tiene 47, lo cual, implica mayores riesgos en cuestión de salud, ya que su transformación no sólo fue en apariencia, sino que físicamente se sometió a un tratamiento hormonal.
“Tuve que ser más disciplinada, y empezar a comer bien, hacer ejercicio, tomar mis medicamentos con la orientación de mi endocrinóloga”, comentó.
Dijo que desde un principio supo que sería un camino difícil, sin embargo, se animó a iniciar con su transformación a pesar de las dificultades de todo tipo, “como mujer transgénero nos enfrentamos a diferentes tipos de dificultades, desde lo social, laboral, legal y médica”.
Inclusive, platicó que a muchos de sus conocidos “les pareció que yo no estaba haciendo algo adecuado, otros se asustaron, algunos pensaron que los había traicionado”, por lo que dijo que en esta transición ha perdido la mitad de las amistades que tenía, pero también ha hecho nuevas amigas y amigos.
Recordó que cuando se animó a decírselo a su esposo por primera vez, “él también se sorprendió, pero me dijo que me apoyaría en todo, y es que nunca se lo había dicho a nadie, y ahora paso de ser un hombre homosexual a ser una mujer transgénero”.
Comentó que, luego lo platicó con sus hermanos y hermanas, a quienes les pidió que de favor se lo dijeran a sus esposas y esposos, hijos e hijas, para que la apoyaran.
“Algunos de mis sobrinos me dicen tía, otras me siguen diciendo tío, y no me ofendo si me hablan en masculino, porque yo sé que mi batalla no es con mi familia, sino afuera, en otros espacios. En mi trabajo he notado que, para la gente que no me conocía antes, es más fácil hablarme con mi nuevo pronombre, las personas que ya me conocían son las que tienen mayor dificultad”, apuntó.
En materia legal, señaló que ella estaba consciente de que se enfrentaría a un trámite burocrático, pero necesario, para que se le reconociera como mujer, aunque no es algo obligatorio para las personas trans, “yo lo tuve claro desde el principio y para mí era algo fundamental, hay chicas transgéneros que no lo hacen porque así lo han decidido, pero yo sí; el 10 febrero de 2020 obtuve mi dictamen lo cual me hizo sentir muy bien como mujer porque legalmente ya estoy amparada”.
Posteriormente obtuvo su acta de nacimiento actualizada, “me dieron mi acta de nacimiento con la cual renací legalmente, y algo que me costó mucho trabajo fue decidir cómo me llamaría, por lo que me dejé el nombre tal cual, y es que todos ya me conocen como la doctora Jonás”.
Recordó que sólo hubo un incidente en el registro civil, pues le decían que, al cambiarse de género, tenía que cambiarse el nombre forzosamente por uno femenino, a lo que ella se opuso y después de argumentar porqué se dejaría el nombre con el que fue registrada al nacer, logra convencer a los jueces y “renace Jonás”.
Al hablar de lo laboral, Jonás Larios indicó que, debido a su profesión docente, fue complicado que sus alumnos y alumnas entendieran su proceso, ya que muchos tienen criterios muy conservadores “y es que todavía es muy mal visto y tal vez después si nos dicen que nos apoyan, pero después, y no me refiero a nadie en particular, sino lo que se percibe”.
En ese sentido, manifestó que la pandemia le benefició ya que eso le permitió tener mayor libertad para desempeñarse sin los prejuicios de la gente.
Ahora, asegura que es una mujer transgénero “plena, con una nueva oportunidad de vida buena y ser feliz hasta que muera; lo que no me gustaría sería morir violentada por culpa del machismo o porque alguien piense que lo estoy ofendiendo por sus prejuicios, y eso es lo que estamos combatiendo”.
Finalmente hizo un llamado a la ciudadanía en general para que sean más conscientes y haya más apertura para este tipo de temas entre la población y se dejen a un lado los prejuicios y la discriminación, y por ende podamos tener una sociedad más incluyente y respetuosa, “las personas transgénero merecemos respeto y tenemos dignidad”